31 de julio de 2010

Me voy diez días a la playa y no tendré internet, así que no podré subir ninguna entrada ni podré contestar a vuestras preguntas en Formspring, pero en cuanto vuelva me pongo al día :)
Espero que os lo paséis muy bien en estos días. Buen verano :)

29 de julio de 2010

Temblaba. Temblaba de frío o quizás de miedo. Miedo a que volviera más pronto de lo habitual. Sus lágrimas acompañaban aquel temblor que no paraba y que, por desgracia, se estaba haciendo habitual en ella. Naiara se abrazó todo lo que pudo a sus propias piernas, intentando darse el calor que nunca recibió por parte de él. El silencio inundaba la habitación. La ventana estaba abierta y por ella se colaba el frío de una mañana de Enero. La cama estaba desecha. La ropa, tirada por el suelo. Y ella... ella estaba acurrucada en una esquina de la habitación. Tenía un aspecto lamentable. Siempre tenía los ojos rojos de tanto llorar. Hacía tiempo que no se maquillaba, porque el rimmel se le corría con cada lágrima que, silenciosa, recorría su mejilla. Ya no se esforzaba en tapar las marcas que él le dejaba. No bajaba a la calle, porque no quería que la gente la mirara con pena. La Naiara fuerte y segura que era antes, había desaparecido para dejar paso a una Naiara nerviosa, intranquila y permanentemente triste. El miedo calaba sus huesos a cada instante. Se oyeron unos pasos. Naiara se abrazó con mucha más fuerza contra sí misma y el temblor aumentó. Se oyó un portazo y el causante de todo apareció por la puerta. Una sonrisa apareció en su cara al verla tan desprotegida, tan frágil. Y la misma rutina de siempre comenzó otra vez. Sin saber que ésta, sería la última.

27 de julio de 2010

Lara estaba sentada en una de las viejas sillas que había en aquella habitación.Tenía el mentón apoyado en sus rodillas desnudas. Desde los grandes ventanales de aquella habitación se veía el mar, un tímido sol de amanecer dejaba posar sus débiles rayos sobre la cara aún adormilada de ella. Tenía la mirada perdida y en ella había un matiz de tristeza que no pasaba desapercibido. En una mano tenía una taza de café caliente, los recuerdos del amor que aún no lograra olvidar se mezclaban con el azúcar de aquel café. Con la mano que le quedaba libre, encendió un cigarro. Dejó que, con el humo, se esfumaran todos sus problemas. Por sus mejillas se deslizaban algunas lágrimas que dejaban surcos en su suave piel. Una fina manta cubría sus hombros y su espalda. Pensaba en él, como casi siempre. En todo lo que había ocurrido en aquel último mes. Pensaba en lo que había tenido una vez y que sabía que nunca más tendría. En lo que podría haber sido la historia de amor más bonita de toda su vida. Pensaba en lo que se había convertido en un maldito infierno. Su particular pesadilla. A su alrededor ya no quedaba nada, sólo el vacío que él había dejado. Dentro de ella ya no había vida, sólo su corazón dolorido intentaba continuar. La tristeza y las lágrimas habían dominado su vida por completo.